La gente no deja de sorprenderme. Todo el mundo se queja de lo mal que están las profesiones. Que si hay mucho intrusismo, que si la gente tiene mucho morro, que esto no puede seguir así, que si recuerdo cuando se ganaba dinero. Toda esta conversación brota prácticamente de la nada. Parece que solo hay que rozar la mecha para que la gente explote. Y cierto es, que no me extraña. Hasta ese punto todo transcurre normal. Una conversación como tantas otras, de esas que se cargan de pasión y luego se vienen abajo como la energía en una buena subida.
Fotografía nocturna de Los Urros de Liencres. Noche cerrada, comenzando a llover. Tomo las lecturas de luz para llegar a donde quiero. La luz residual de Santander me ayudará mucho con el cielo. Así que me centro en que los Urros queden como me gusta. Lo complicado de estos casos en enfocar en plena oscuridad. Pero todo se logra. Un solo disparo. Esta noche, para este tipo de fotografía solo me permito un disparo. Tengo la mente en modo analógico.
La idea que llevaba en la mente para este trabajo en la estación de Leitariegos, era la de aprovechar al máximo la luz ambiente. En ninguna de las fotografías se usó luz de flash. Una atmósfera especial reinó durante toda la tarde. Gran compañía y muchas caras conocidas.